Al Cerrar La Puerta

Cerró la puerta de la habitación, de inmediato llamó mi atención, se pasea alrededor de la cama, insinuando que tiene frío, de pronto se detiene frente a mí, deja caer esa bata de noche con la que cubría su desnudez.

Con elegancia se desliza sobre mi hasta el otro lado de la cama y me dice:

«Aquí me tiene para que cumpla todo lo que me escribe».

Alcancé a percibir el enebro que aún aromatizaba su aliento, ese que queda impregnado después de un par de Gin Tonic.

Descubrí su rostro con mi mano retirando su cabello con gentileza hacía atrás de la oreja, acaricié su mejilla con mis dedos, sonrojando sus pómulos hasta sujetar la barbilla para darte un suave y tierno beso, inclinó su cabeza dejando ver su cuello, invitándome a caer en ese abismo.

Mi mano izquierda sujetó su cabeza jalando un tanto su cabellera, mientras con la derecha sujetaba firmemente su cintura, besé su cuello despacio sin apresurarme, fui dejando los catorce besos que caben en su cuello antes de llegar al pecho.

Escucharle resollar exhalando las notas de frutos rojos de lo que bebió, era afrodisíaco, con su cuerpo contoneándose entre mis brazos, encendiendo más y más el deseo de adorarle, sus caderas embravecidas agitándose, dibujando infinitos perfectos sobre mí.

El calor de mi boca y la humedad de mi lengua coronando las areolas que prominentes lucían en sus senos, el sudor recorría nuestros cuerpos, comenzando a vaporizar el deseo, su abdomen, la planicie de su cuerpo que recorro zigzagueando con mi lengua.

Entre tanto al sur de su cuerpo la lluvia comenzaba a empapar el paraíso, sus torneadas piernas se estremecieron, al sentir mis manos y mi boca besar cada palmo de su piel, sus uñas se enterraban en mi espalda y sus dientes trituraban mis hombros, me deseaba dentro de usted.

Mi balano erguido suplicante también escurriendo por penetrarle, el rocío de su flor escurrió por sus piernas, estaba todo listo, con firmeza me introduje dentro, abriéndome paso entre los delicados labios, sus pupilas se dilataron aun más al sentir el grosor de mi miembro.

Jadeante en cada embestida, cada inmersión de mi pluma le hizo sentir la pasión de mis letras y la lascivia de mis versos.

Se dió la vuelta dejando su espalda descubierta, sujeté su redondo y firme trasero, le volví a penetrar mientras mis manos le empujaban hacia la cama.

Esta vez eran las sábanas las que apagaban sus gemidos, sus manos las estrujaban para intentar contenerse, pero era tarde, sus peticiones habían sido escuchadas, sus:

«así deme duro», «hágame suya», «señor métalo todo» y «no pare siga por favor, siga».

Obedecí cabalmente y no me contuve, me entregué pleno a usted.

Le hice el amor, le hice mía, fue una noche de enero cuando le amé en la intimidad de mi habitación, en la privacidad de mi mente y con la lujuria de mis sueños. Ahora le hago el amor con la lascivia impregnada en la prosa de mis versos.

De Madrugada

Escuche un ruido en la casa, me pregunté
¿Y si fuera ella?
Sonreí como idiota y me di la vuelta en la cama, viendo hacía la puerta, esperando su entrada…
El tiempo pasó, sobra decir que la puerta no se abrió, mi sonrisa se borró y sin reparo la voz de mi cabeza.

Me dijo ¡no seas tarado! Me di vuelta de nuevo y asentí sonriendo nuevamente, la abracé (a mi almohada claro), comencé a imaginarla, con esos tacones altos que ya no presume, con su cuerpo vestido de sensualidad, exhibiendo sus torneadas pantorrillas, con seguridad en su mirada.

Ya saben esa que tienen las mujeres cuando saben lo que quieren, cuando van a tomar eso que les apetece, cuando no hay poder humano que pueda evitarlo, exacto esa mirada. ¿Chicos ya la recordaron? Y ustedes chicas, ¡ya saben cual es! Les encanta usarla.

Ok, se sentó en el sofá, cruzo la pierna y me miró, me dijo, «aquí estoy, te dije que vendría», blandiendo su pie. Me levante, seguro, quite las cobijas y me acerqué, de rodillas frente a ella, quite ese necio mechón de cabello de su rostro, y le di un beso.

Breve, tierno, suavecito, de esos que te abren el apetito y te dejan con ganas de más.
Coloqué mi mano entre su lóbulo izquierdo y su cuello, ella inclinó su cabeza hacia el mismo lado, exponiéndo su cuello invitándome a besarlo, sonriente reposaba su mejilla en mi mano.

La besé mesuradamente, me tomé el tiempo de recorrer con paciencia del vértice de su mandíbula a su clavícula, escaparon unos leves gemidos, aprobando mis caricias, halo mi mano, a su talle, dándome permiso de explorar por debajo de su abrigo, mis besos llegaron a sus labios.

A sus suaves pero firmes labios, entreabiertos, con su lengua jugueteando, asomándose entre ellos, incitando a besarla, nos levantamos, tan solo para dejar caer su abrigo sobre el sofá, nos acercamos hacía la cama, no sin antes trastabillar por la recámara, me arrojo a la cama.

Tomó postura de amazona (cuando abren las piernas plantándose bien en el piso), se recogió el cabello, con una especie de chongo que armo hábilmente, se postró sobre mi, comenzó a besarme, robaba mi aliento, su mano apoyada en mi pecho y sus caderas agitándose sobre la mía.

Entretanto su otra mano, lacerante recorría mi dorso, marcando el camino, que sus dientes recorrerian segundos después, bajó mis calzoncillos, dejando expuesto mi sexo, (que para ese momento ya escurría extasiado), lo empuño y con vigoroso zarandeo lo llevo su boca.

Para cubrirlo de la saliba acumulada en su boca, (porqué si, también lo deseaba), me hizo vibrar con el fino aleteo de su lengua, a como pude me levanté, era una alternancia de poderes, cada uno quería someter al otro al placer, le di vuelta y la abracé por la espalda.

Desbarate ese chongo, dejando libre su melena, la despoje del negligee,  enardeciendo mí mirada al ver su piel, me enamoré de sus hoyuelos que coronan sus caderas, aprecié la curvatura de sus glúteos, me abri paso entre sus cabellos para besar su espalda, provocando.

La reacción en su piel, se erizaron su vellos, arqueo su espalda, sola apoyo rodillas y antebrazos en la cama, mostrándome su lindo trasero, lo tome con mis manos con besos, mordidas y mi lengua recorrí cada palmo, cada vértice y comisura que se forma en él, su río comenzaba.

A desbordar, tímidas gotas de rocio, que habían abandonado los pétalos de su flor, transitaban por su entrepierna, intentando escapar de la fuerza de su pasión.
Me introduje en ella, un ligero esbozo de gemido aprobó la inmersión, azotaba sus glúteos, que se enrojecian.

Con cada caricia de mis manos, su cuerpo se estremecía, con cada embestida, los gemidos se hacían presentes, cada vez más, entre plegarias divinas y solicitudes de no detenerme, terminó por desbordarse, su esencia me cubrió las piernas, salpicando hasta mi pecho.

Sus piernas temblaban, mientras yo bebía de ella, se recostó sobre la cama, exhausta, aún estremeciéndose, mi corazón palpitante todavía bombeando sangre, expectante de seguir hinchando mi sexo, que una vez más introduje en ella, sus pupilas se dilataron, mordiendo.

Sus labios aceptó, tampoco quería que parara, había pasado tanto tiempo desde la última vez, cambié la cadencia de las estocadas, fui gentil y al ritmo que ella impuso le seguí amando.

Hoy no la soñé, pero si la imaginé por la madrugada.

¡Fue un sueño hermoso!

Gracia, por pasar a visitar.
¡Fue un sueño hermoso!
Llegaste con ese porte elegante que tienes al andar, con la sonrisa de travesura de quien está dispuesta a entregarse al deseo, te desnudaste con la delicadeza de una geisha, mi hombria tomaste entre tus manos.

Que firme te esperaba, lo blandiste mientras con ternura lo cubrias con la humedad de tu boca, y avisorabas las reacciones en mi rostro, entre tanto, gustosa acariciabas con la destreza de tu diestra mis didimos, que entregados colgaban entre tus dedos.

Ocultos entre resoplos mis gemidos escapaban, lamias, mordias, succionado mis ganas de amar.
Con agilidad saltaste sobre mi, montando un corcel desbocado, encajaste mi sexo entre tu vulva, y con eufórico clamor, aceptaste su robustez.

Que se abría paso con firmeza, liberando tus sollozos, entre el florido lenguaje que usas al sentirte extasiada galopando a pelo.
Tu melena azabache acariciaba tus hombros, que firmes apoyaban tus manos en mi pecho, queriendo controlar el ritmo de tu cabalgar.

Te inclinaste a besarme, metiendo tu lengua y mordiendo mi boca, con mi entrepierna empapada, giramos sobre la cama, ahora tus pechos se rendían libres ante mi manos, la vista era hermosa, y con bravura continúe las inmersiones en tu cenote.

Nuestros genitales ovacionaban el acompasamiento de nuestras caderas, una bella interpretación de la sinfonía sexual, de dos cuerpos sudorosos amándose, entregando el alma, que vaporizaba sobre las sábanas.

La culminación llegó, mordiste mis hombros y enterraste tus uñas bajo mi espalda, hasta que tu fuente explotó, yo licitando envano, de contener la erupción de mi volcán. La cama reflejaba las huellas de tan divino acto de la pasión, que hubo entre los dos.

Ahora de mañana, me tienes sonriendo como bobo, tomando de mi taza el humeante café, tratando de emular el intenso sabor de tus besos, recordando ese sueño, que quise enmarcar con letras y compartirlo contigo.

Ese cabron

No, no soy yo, a quien quieres en tu vida, no necesitas escuchar mis tontos chistes, tampoco esperas mis buenos días con un beso, ni que decir del desayuno que preparo con esmero, destrozando la pulcritud que tienes en la cocina.

Sé que no anhelas llegar a casa y recibir un abrazo, acompañado de su respectivo agarron de nalgas y un apasionado beso que te diga lo mucho que te extrañe durante el día, o encontrar el orde excesivo con el que alivio mi TOC al limpiarla,

Menos imaginas que sostenga tu mano, mientras caminamos por el parque, la playa, un bosque o la plaza de la ciudad viendo un atardecer, obvio no deseas correr bajo la lluvia y terminar saltando sobre los charcos en un día lluvioso.

De acompañarte de compras y chulearte con todos los atuendos que te pruebes, pasar horas escogiendo un par de zapatos para la boda de tu amiga y que termines eligiendo los primeros que te calzaste, en la tienda que quedó ocho cuadras atrás; de eso mejor ni hablamos.

Tampoco sería ese a quien le cuentas tus problemas, no buscando un consejo, sino que te escuchen para sacar tu enojo y liberar la tensión que dejo resolver el problema con tus propios medios y ser testigo de la satisfacción que le da luz a tu rostro.

Ser el te acompañe al salón de belleza, para convencerte que elegiste el corte perfecto, que va de maravilla con la forma de tu rostro y quien te aliente a dejar tu cabello del tono que está, porque combina de maravilla con el color del vestido que usarás ese fin de semana.

los besos sabor a tinto que llega en la madrugada, junto a esa chimenea donde ardientes crujen los encinos, después de la boda y consumar nuestra fiesta desnudos y empapados de sudor y fluidos, no podría ser yo el que deje las rodillas enrojecidas, mientras a todo galope cruzamos el horizonte junto a la luna.

Ser ese por quien tus pantis se empapan de deseo y quien provoca el temblor en tus piernas después de una tarde de sábado en la que la pasión y las ganas se conjugaron con nuestros cuerpos y derramamos mieles sobre la alfombra.

Definitivamente no podría ser ese que no te animas a pedir al destino, por miedo a repetir ese patrón que tanto te ha hecho sufrir, que lástima porque ese cabron ¡soy yo!

Bésame

¡Bésame! En cada amanecer y al caer el sol, hazlo sin prisa ni nervios.

Bésame con gripe o sin ella, contagiame de ese amor que tienes para mí.

Bésame con la luna rodeada de estrellas, y aun con el oscuro cielo nublado.

Bésame tan dulce como lo haces siempre, sin importar mi tendencia a la diabetes.

Bésame tiernamente, como cuando la gente nos mira, o salvajemente cuando en una habitación estemos solos.

Bésame en cada uno de tus recuerdos y más aun en tus escasos olvidos.

Bésame en mi ausencia pero sobre todo cuando podemos conjugar el tú y yo en presente.

Bésame porqué así lo quieres y deseas sentir mis labios tocando tu alma.

Bésame porqué yo necesito de ti, de la magia y la pasión que guardas en tus labios.

Bésame ahora, mañana y pasado mañana y vuelve a comenzar la mañana siguiente.

Bésame si tienes tiempo y si no daté tiempo, siempre se puede detener el mundo por un beso.

Bésame que tenemos una cita pendiente y tenemos el paquete «old inclusive»

bésame en tus enojos y rabietas, pero también con tus dichas y alegrías.

Bésame nunca lo dejes de hacer, estare esperando que cubras mis labios con tu miel y a mí alma la cobijes a través de tus besos.

¡Bésame!

Noche calurosa

El cielo estrellado, la penumbra en la habitación escondíendo el deseo, las ganas, ese momento íntimo en qué solemos amarnos a nosotros mismos, ese momento en qué la comunión de nuestro cuerpo y alma elevan la temperatura.

Todo comienza con la imagen de esa persona que es importante para ti, que representa lo que anhelas, lo que quieres, lo que deseas, lo que te vuelve poderoso e invencible, esa persona que viene en las noches, cuando estás durmiendo, y se mete en tus sueños haciéndote gozar, regalando caricias, besos, dándole vida a tus lúdicas fantasías.

Uno, acalorado dando vueltas en la cama, sintiendo los calores de la temporada, sí esos que te acercan al mismo infierno, que te dan una probadita de lo que será tu condena, esos intensos bochornos que además de provocar insomnio, encienden la apetencia de amar.

Pensamientos lascivos, inquietas fantasías, aspiraciones ardientes, una mano traviesa qué se mete entre los calzoncillos, jugueteando como preludio de la intensa actividad qué tendrá sobre su miembro, presionas, tiras, deslizas, empezando el toqueteo, no queda mas que dedicar tan puro acto de amor, a quien el ansia te hace imaginar.

Un tímido gemido se asoma mientras muerdes y aprietas los labios, comienza la cadenciosa actividad, si muestras dedicación has usado un lubricante, sino eres precavido te conformas con saliba, ya depende de cada quien y de lo preparado que estés para la ocasión.

Empuñar el miembro con firmeza, pero tirando de él con una suave pasión, estas excitado, con los ojos cerrados, intentando disfrutar de cada caricia de cada muestra de cariño que te regalas, sube y baja la intensidad, logrando simular el ritmo de la respiración.

Los sentidos se alteran, los latidos se pausan, se sopla y resolpla, buscando prolongar, contener la presión, se desea tanto, pero aún no es el momento, quieres más y esperas seguir imaginando tan bello instante, la temperatura aumenta, la presión arterial se manifiesta con gran firmeza, el miembro hinchado, llegando al punto del cual no hay retorno.

Comienza a escurrir, el cuerpo se contorciona, los espamos aparecen, sujetas con furia, quieres aprisionar esa sensación de satisfacción… pero no puedes, debes liberar y es ahí donde la erupción del volcán arrasa con la pulcritud de las sábanas, donde el tintero se vacía sobre la pureza de las hojas blancas, donde se riegan los campos infertiles de una cama que cosecha memorias.

Se termina rendido, satisfecho de ofrendar el fruto de sus adentros, gustoso de ser quien con furor ame la imagen, la presencia y permanencia en la vida y quien entre fantasías logre encaminar los instintos para ofrecer el placer al recuerdo de la mujer que se ama.

Hasta Pronto Mi Amor

Ahora somos coautores de una bella novela, en la biblioteca de la memoria, de esas que son marcadas como best seller en el alma, esas que trascienden y que la mente recuerda para siempre.

Eres la protagonista de mi historia favorita, esa estrella inalcanzable que admirare en el firmamento, estando orgulloso de verte titilar y seguir aluzando los senderos de quienes te rodean.

Nuestros rumbos cambiaron y contigo se fue algo de mi, que yo sabía que te perteneció desde un inicio, fue la cuota que tuve que cubrir por la sonrisa que me enseñaste a usar.

Quedo agradecido porque comprendí que el amor, el verdadero amor, va más allá de poseer o estar con alguien; y eso es algo que me dejaron tus enseñanzas.

Hoy te libero de mis espectativas y de cualquier compromiso al que te haya expuesto, hoy te dejo volar libremente, recordándote que habrá que beber en mi ventana, por si algún día quieres visitarme.

𝑆𝑢𝑒𝑛̃𝑜𝑠 𝒉𝑢́𝑚𝑒𝑑𝑜𝑠

𝐿𝑎 𝑛𝑜𝑐𝒉𝑒 𝑓𝑟𝑖́𝑎 𝑦 𝑚𝑖 𝑐𝑎𝑚𝑎 𝒉𝑒𝑙𝑎𝑑𝑎
𝑀𝑖𝑠 𝑔𝑎𝑛𝑎𝑠 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑏𝑙𝑎𝑛 𝑑𝑒 𝑚𝑎𝑑𝑟𝑢𝑔𝑎𝑑𝑎,
𝐸𝑙 𝑝𝑎𝑙𝑝𝑖𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑓𝑎́𝑛 𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑑𝑎𝑔𝑎
𝐸𝑙 𝑎𝑛𝒉𝑒𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑑𝑎𝑚𝑎.
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𝐿𝑎 𝑖𝑑𝑒𝑎 𝑛𝑎𝑐𝑒 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑐𝑎𝑏𝑒𝑧𝑎
𝑆𝑒 𝑟𝑒𝑓𝑙𝑒𝑗𝑎 𝑏𝑎𝑗𝑜 𝑚𝑖 𝑡𝑎𝑙𝑙𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑟𝑒𝑧𝑎
𝑀𝑖𝑠 𝑑𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑡𝑟𝑖𝑡𝑢𝑟𝑎𝑛 𝑚𝑖 𝑏𝑒𝑙𝑓𝑜
𝑀𝑖 𝑚𝑎𝑛𝑜 𝑜𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒 𝑎𝑙 𝑏𝑎́𝑙𝑎𝑛𝑜.
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𝑀𝑖 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑙𝑎𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑣𝑜𝑐𝑖𝑜́𝑛
𝐴𝑙 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑟𝑖𝑡𝑚𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑒𝑥𝑐𝑖𝑡𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛
𝑇𝑢𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑛 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑜𝑠𝑐𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑
𝑐𝑜𝑙𝑚𝑎𝑛 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑠𝑢𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑.
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𝑆𝑜𝑙𝑜 𝑠𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜𝑠, 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜𝑠 𝑦 𝑑𝑒𝑣𝑜𝑐𝑖𝑜́𝑛
𝐷𝑒𝑠𝑒𝑜𝑠 𝑣𝑖𝑣𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛
𝑆𝑜𝑙𝑜 𝑠𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜𝑠, 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑎𝑚𝑜𝑟
𝑄𝑢𝑒 𝒉𝑎𝑐𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑟𝑚𝑒 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝒉𝑜𝑛𝑜𝑟.
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𝑀𝑎𝑛𝑐𝒉𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑥𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑠𝑎́𝑏𝑎𝑛𝑎𝑠 𝑣𝑎𝑛
𝑀𝑖 𝑠𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑟𝑟𝑒 𝒉𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑑𝑖𝑣𝑎́𝑛
𝑆𝑜𝑙𝑜 𝑓𝑢𝑒 𝑢𝑛 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝒉𝑢𝑚𝑒𝑑𝑎𝑑
𝑄𝑢𝑒 𝑖𝑛𝑣𝑜𝑐𝑎 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑐𝑎𝑚𝑎 𝑡𝑢 𝑝𝑟𝑜𝑥𝑖𝑚𝑖𝑑𝑎𝑑.
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𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑜𝑗𝑒𝑠 𝑚𝑢𝑠𝑎 𝑎𝑚𝑎𝑑𝑎
𝐹𝑢𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑖𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑝𝑒𝑟𝑎𝑑𝑎
𝐴𝑟𝑑𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜𝑠 𝑦 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑚𝑎́𝑠
𝑉𝑒𝑛 𝑎 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑦 𝑛𝑜 𝑡𝑒 𝑣𝑎𝑦𝑎𝑠 𝑗𝑎𝑚𝑎́𝑠.

Personas Especiales

Que difícil es escribir cuando hay lágrimas en los ojos, cuando los momentos felices, hacen una vorágine de pensamientos, cuando sabes que ya eres parte de la historia oculta, en el brillo de una sonrisa, cuando aceptas que no despertarás en el calor de esos brazos.

Con todo y todo soy especial, (eso me dijo) sé bien lo que significa, pero también sé que es lo que quiero para ella, es su bienestar y tranquilidad, así que daré un paso de costado, porque eso hacen las personas especiales.

Las personas especiales no son quienes ganan las competencias, no son galanes de novela, o las estrellas de la película, es más tampoco son los más afortunados en el juego, mucho menos los que se quedan con la chica linda de la escuela.

Pero eso sí, cuando necesitas quien te brinde su apoyo, su atención, su tiempo; siempre habrá uno de ellos a tu lado, tal vez no los ubiques, quizá no sepas quiénes son.

Muchas veces, no nos damos el tiempo para notar su presencia, están escondidos detrás de las máscaras que solemos ponerles, o me vas a decir que no tienes un amigo.

Piensa, es esa persona que siempre está cuando lo necesitas, ese amigo que sabe que tienes algo, con solo mirarte, o incluso algunos son desconocidos, pero se dan a conocer cuando la situación es apremiante.

Las personas especiales se les rompe el corazón seguido, ellos se entregan, dan de si, a veces hasta lo que no tienen, y no te confundas no son ricos, ni poderosos, ellos solo quieren tu bienestar.

Las personas especiales no ganan premios, y tampoco los buscan, ellos solo quieren ayudar, no buscan reconocimiento alguno, ellos saben que están de paso en la vida de los demás, solo llegan hacen su labor y llegado el momento deben partir.

En completo silencio, sin hacer escenas ni escándalos, eso no va con ellos, las personas especiales sabemos amar, y amamos tanto, que entendemos que siempre llegará la fecha, el momento y la ocasión, de ser el impulso que ocupas para volar, dejarán que lo hagas, con tal de verlos felices; porqué así somos las personas especiales.

Sigo Buscando

Sigo buscando girasoles que me hagan recordarte, sigo buscando postales que mandarte, a veces lo logro y sin embargo me las guardo.

El temor a fastidiarte me aniquila, eso me hace dudar, incluso he reprimido mis letras, sin embargo aquí estoy, como cada día con el sol brillando por todo lo alto.

Sigo buscando flores en cada florería que me encuentro en cada rincón, cuando voy por la calles de la ciudad, con la ilusión de verte resplandeciente entre los ramos y los arreglos

También a veces sonrió por la mañanas cuando llega a mí, el aroma inconfundible del café, que ya está listo en la cafetera e invariablemente te recuerdo desayunando a mi lado.

Sí, sigo pensándote e imaginándote, con el apetito de los que ayunan, con la desesperación de los que esperan, con la infaltable angustia de los que no saben que pasará o si a caso pasará.

Yo sigo destellando, como esos viejos faros, que esperan todas las noches, firmes, estoicos, creyendo que tarde o temprano mis ojos te mostrarán la ruta y te guiarán para llegar a salvo a mi puerto.